de vuelta al origen

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Regreso al ritmo animal:

Un manifiesto sobre volver a lo natural para sanar el cuerpo y  la mente.

«En un mundo que corre, volver al ritmo animal es un acto revolucionario.»


Estoy en casa un día cualquiera con mis animales.

De pronto, uno de mis perros —el macho, concretamente— me mira con cara de juguetón.

Empieza a girar sobre sí mismo, mira hacia las escaleras, vuelve a girar, gime, me ofrece la pata y mueve el rabo con entusiasmo.

Cuando por fin lo entiendo, me río: quiere salir, hay una hembra en celo. Miraba por la ventana como Rapunzel en su torre, gimiendo lastimeramente de vez en cuando.

Pienso: “¡Míralo! ¡Parece una persona!”

Y enseguida me corrijo: ¿El perro parece una persona… o somos las personas las que hemos olvidado que somos animales?

El día en que el ser humano se creyó distinto al lobo:

Durante miles de años, el ser humano no se sintió separado de lo natural. Las culturas ancestrales no trazaban líneas entre “nosotros” y “ellos”.

Nos diferenciábamos del resto como una manada de lobos de otra, pero todos formábamos parte del mismo tejido vivo. Nos sabíamos parte de la tierra, conectados con los animales, los ríos y las montañas. Ellos eran maestros, hermanos.

Hasta que llegó la necesidad de controlar lo que ocurría en el entorno: con la agricultura, la naturaleza dejó de ser sagrada y pasó a ser un recurso. De convivir pasamos a dominar.

Más tarde, los filósofos griegos y los científicos occidentales reforzaron la idea de que lo humano, lo racional, era superior, frente a lo animal, lo instintivo (como si esto no fuera característica humana) que era inferior.


«De convivir pasamos a dominar»


A partir de ahí, casi toda la cultura occidental se construyó sobre una idea equivocada: la naturaleza existe para ser explotada, no para ser compartida.

El retorno al origen:

Hoy algo está cambiando. La ecología, la etología y la filosofía contemporánea nos devuelven la verdad que habíamos olvidado: los animales piensan, sienten, cooperan y se comunican. La biología moderna demuestra que compartimos con ellos casi todo lo esencial.

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Estamos en una era de reconciliación donde recordamos que también somos animales, que somos uno con el resto del ecosistema.

Volver al ritmo animal no es frenar el progreso, es recordar quienes somos. Podemos remitirnos a las palabras de la recientemente fallecida Jane Goodall, una de las muchas científicas que apostaron por este regreso integrativo: “Ahora debemos redefinir al hombre, redefinir la herramienta o aceptar a los chimpancés como seres humanos”. ¿Hay algo que realmente nos diferencie de ellos? ¿O solo somos animales que se han desconectado de su naturaleza, de lo que los nutre?

El precio de esta desconexión:

Esta separación nos está saliendo cara. A nosotros, y al planeta. 

Las grandes empresas exprimen a las personas y al entorno, nos encierran un mínimo de ocho horas al día por un salario, que a su vez sirve para consumir productos que se han creado desde la sobreexplotación (y destrucción) del entorno para la obtención de materias primas. Y esto no queda aquí, sino que estas materias primas se modifican artificialmente para obtener otros materiales tóxicos, que vertemos en la tierra y produce aún más destrucción del ecosistema. 


«Estamos en una era de reconciliación donde recordamos que también somos animales, que somos uno con el resto del ecosistema.»


Tú también formas parte de este ecosistema. Estos materiales tóxicos están presentes en lo que ingerimos, nos ponemos en la piel o inhalamos al respirar.

Esto es el reflejo extremo de ese antiguo paradigma: una vida desconectada de lo esencial.

Volver al ritmo animal:

Volver al ritmo animal es volver al sentido común. Despertar con la luz del sol, comer cuando tienes hambre, alimentarse de lo que viene de la tierra, dormir cuando el cuerpo lo pide, mirar las estrellas y recordar de dónde venimos y hacia dónde queremos ir.


«Estos materiales tóxicos están presentes en lo que ingerimos, nos ponemos en la piel o inhalamos al respirar.»


Es restaurar la salud del cuerpo, del alma y del planeta, reconciliarnos con la vida que late dentro y fuera de nosotros.

En un mundo que corre , volver al ritmo animal es un acto revolucionario. Y desde Joana Conecta, estamos construyendo ese movimiento: uno que devuelve humanidad al bienestar y sentido a la existencia.

Aquí empieza el regreso al origen.

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